Cae el patriarca de nuestra cultura

Artículo publicado en El Nuevo Día.
La historia de la cultura puertorriqueña tiene dos períodos: antes y después de la labor invaluable que hizo por ella el doctor Ricardo Alegría Gallardo.
Durante su larga y productiva vida dedicó sus energías a investigar, descubrir, educar y conservar nuestro patrimonio histórico-cultural.
Sus primeras contribuciones fueron en el campo de la arqueología, donde trabajó explorando yacimientos arqueológicos con el asesoramiento de figuras de renombre internacional en la rama. Posteriormente fundó los parques indígenas.
Ricardo (nunca me permitió que le llamara don Ricardo) fue un gran defensor de nuestras raíces. Para él, la cultura puertorriqueña se enriquecía de tres componentes de nuestra civilización como pueblo: el indígena, el hispano y el negroide.
Su creación del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1955 sirvió de marco para proteger y promulgar la cultura puertorriqueña.
Por primera vez se instauró una política cultural. La consigna era conservar la cultura nacional. Se generó oposición política y cultural proveniente del grupo universitario que promulgaba el occidentalismo y la alta cultura.
Era impensable reconocer la plena y la bomba como expresiones culturales de altura.
El proyecto de la restauración del Viejo San Juan tomó protagonismo en la década del cincuenta, y bajo el liderato de Ricardo el Instituto de Cultura Puertorriqueña asumió la planificación y supervisón de la zona histórica con la misión de transformar el entonces arrabal urbano en una ciudad habitable. Ricardo siempre tenía ideas de cómo mejorar y maximizar la zona histórica.
Ricardo fomentó el rescate de las artes plásticas y el teatro, estimuló las artesanías, música y bailes populares, y estableció los estudios puertorriqueños.
Por primera vez se redescubren y ofrecen cursos para instrumentos típicos como el cuatro.
Las artes populares y artesanías habían sido ignoradas siempre por el gobierno y las instituciones culturales.
Ricardo fue pionero en descubrir esta importante manifestación de nuestra cultura, que se ha convertido en parte de la rutina comercial en festivales, ferias y centros comerciales.
Se establecieron centros culturales a través de toda la Isla para llevar el mensaje cultural al pueblo.
Su afición a los museos data de cuando dirigió en 1949 el primer museo en Puerto Rico, en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Posteriormente fundó numerosos pequeños museos a través de Puerto Rico.
En 1977 fundó el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, institución de educación superior con estudios puertorriqueños, desde el que dictó una cátedra ejemplar y publicó libros y revistas.
Finalmente fundó el Museo de las Américas en 1992, en la Plaza de Ballajá, que presenta importantes exhibiciones hispanoamericanas.
Ricardo recibió condecoraciones y reconocimientos internacionales, y fomentó la participación de Puerto Rico en organismos internacionales como la UNESCO.
Aunque mantuvo estrechas relaciones con Luis Muñoz Marín y su gobierno fue muy crítico de muchas de sus posiciones y respaldó la soberanía política para Puerto Rico.
Nunca escatimó en dar una buena batalla por su país, como al contribuir en el rescate de la figura de Pedro Albizu Campos, y al participar de la lucha por sacar la Marina de Guerra de Vieques y la excarcelación de los presos políticos.
Al final de su vida, vivió angustiado por el desmantelamiento de proyectos suyos como el Instituto de Cultura, y el deterioro y cierre de algunos de los museos que fundó como el de Casa Blanca.
Su memoria privilegiada lo convertía en una enciclopedia ambulante: retenía datos y fechas imprescindibles para un historiador-antropólogo-arqueólogo.
Hasta sus últimos días, se mantuvo laborando hasta altas horas de la noche desde su oficina en su residencia, terminando y editando sus obras inconclusas.
Ricardo tenía sus detractores, pero al final de su jornada, el legado de su obra se valida como el mejor testimonio.
El espíritu de Ricardo Alegría, a quien Luis Muñoz Marín llamó “un ángel nacionalista”, estará eternamente presente protegiendo al Viejo San Juan y la cultura nacional.