El espíritu de Schweitzer en Puerto Rico

Artículo publicado en El Nuevo Día.
Visitar el hospital Albert Schweitzer en Lambaréné, Gabón, es remontarse al momento en 1956 cuando visitaron el lugar tres puertorriqueños distinguidos: Jorge Font Saldaña, Jorge Bird y el ingeniero Rivera Hernández.
El hospital original convertido en museo está encapsulado en el tiempo.
Albert Schweitzer, médico, filósofo, músico y teólogo alemán, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1952, fue el anfitrión de los tres puertorriqueños y la visita fue reseñada por Font Saldaña en un escrito publicado en El Imparcial.
El hospital fundado por Schweitzer en 1913, continúa operando en un ala nueva. El doctor falleció a los noventa años en 1965.
Sus restos yacen junto a los de su esposa, hija y colaboradores fundadores, en un lugar ubicado entre lo que fue su habitación y el embarcadero frente al río Ogooué. Una sencilla cruz de piedra con su nombre y las fechas de su nacimiento y deceso marcan su morada eterna.
Sus restos están custodiados por ciervos y pelícanos, dos de sus animales favoritos, mantenidos en el mismo corral original.
Su habitación, piano, escritorio con sus papeles, biblioteca, laboratorio, consultorio, sala de operaciones y parto, instrumentos médicos, ropa y artículos personales figuran en el mismo estado que exhibían cuando el célebre humanista abandonó la vida terrestre.
El comedor donde Schweitzer agasajó a los distinguidos puertorriqueños, con una foto suya al fondo del salón y una mesa larga de madera rústica con su banco, todavía se utiliza.
En la visita, Font Saldaña entregó a Schweitzer una carta enviada por el gobernador Luis Muñoz Marín, la cual recibió respuesta inmediata para llevarla al Gobernador puertorriqueño.
Schweitzer fue un filósofo que creía que la civilización “es el progreso espiritual y material acompañado de un desarrollo ético del individuo y de la humanidad”.
Rechazaba los dogmas y resaltaba la espiritualidad en acción (el voluntariado).
Afirmaba que “renunciar a pensar es una declaración de bancarrota espiritual”.
El músico alemán fue uno de los estudiosos e intérpretes más prominentes del más destacado compositor barroco, Johann Sebastián Bach.
Ese amor por Bach, junto a su compromiso con la paz mundial, es lo que lo unió en amistad al célebre chelista Pablo Casals.
Marta Istomin Casals es probablemente la única puertorriqueña viva que conoció a Schweitzer cuando éste ofreció en privado a ella y su esposo Pablo Casals un concierto, de Bach al órgano en la iglesia de su pueblo natal, Gunsbach, en Alsace.
El principal pensamiento de Schweitzer está enmarcado en la filosofía de reverencia a la vida, la cual consideraba sagrada y tenía fe en que “lo mejor del hombre prevalecerá.”
Para Schweitzer “el hombre es ético únicamente cuando la vida le es sagrada, sea de plantas, animales o de seres humanos, y cuando se dedica a llevar auxilio a toda vida que lo necesite”.
En el Puerto Rico que vivimos con políticos insensibles, otros que ofrecen promesas que luego no cumplen, con una sociedad en proceso de deshumanización crónica, en la que se ha perdido el valorar la vida humana, se maltrata a los animales, se destruye nuestro patrimonio natural y se victimiza a la pobres, el pensamiento del Dr. Albert Schweitzer debe servir de inspiración para proyectos en nuestra sociedad.
En 1989 nuestra puertorriqueña Sor Isolina Ferré fue recipiente del Premio Albert Schweitzer por su labor humanitaria.
También contamos con la Fundación Reverencia a la Vida, la cual promueve a los estudiantes, confinados y al público en general, el mensaje del Dr. Albert Schweitzer del “respeto a la vida como noción principal del bien” (www.ravb.org).
En los próximos días comienza un año con un recién electo gobierno que promete nuevos estilos que rechazan la insensibilidad y las actitudes “such is life”.
Esta podría ser una oportunidad histórica de comenzar a crear una nueva sociedad que respete la vida en todas sus manifestaciones.