Sept. 29, 2011

El estancamiento y la falta de “indignados”

El estancamiento y la falta de “indignados”

Artículo publicado en El Nuevo Día.

Los días pasan y nos resignamos a presenciar un Puerto Rico en caída libre.  

Miles de empleos en el sector privado se han perdido, apenas hay unos pocos para los graduandos universitarios; la desigualdad aumenta; la criminalidad galopa triunfante  mientras la Policía recibe de los federales señalamientos de abuso e ineptitud; el valor de las propiedades disminuye; el sector bancario se desploma, evaporando capitales locales; las megatiendas desplazan al comerciante local; el crédito comercial para establecer nuevos negocios escasea; los recursos naturales se destruyen; los altos costos de energía estrangulan al consumidor y los comercios; los recursos de salud y educación pública adolecen de pobre calidad; merman los recursos universitarios esenciales para el futuro;

la infraestructura se deteriora; la agricultura sigue abandonada en el olvido…

Mucho de nuestro mejor talento tiene que abandonar el país ante la falta de oportunidades y calidad de vida.

Esta situación caótica en cualquier otra parte del mundo hubiera lanzado a miles de “indignados” a marchar en las calles. España, Chile e Israel son  ejemplos recientes.

El bálsamo que evita aquí las marchas de protesta comprende el aumento en la dependencia gubernamental (federal y local);  nuevos fondos generados mediante el endeudamiento público que pagarán las generaciones futuras; la economía subterránea; y la fácil emigración a la metrópoli.

Los dos partidos políticos que se han rotado y/o compartido el poder desde 1968 son los responsables de esta situación. Ambos se han dedicado a mantener el “status quo”, administrar el Estado Libre Asociado y echarle la culpa de los problemas a la administración anterior.

Ambos evaden discutir la  raíz de estos problemas, que estriba en la indefinición y falta de poderes del status actual.  Sin estos poderes, no podemos crear un nuevo modelo económico que maximice nuestros recursos en una economía globalizada.

En 1970, hace cuarenta y un años, el ex gobernador y profesor de Administración Pública en la Universidad de Puerto Rico,  Roberto Sánchez Vilella, comentó: “El Estado Libre Asociado como está no puede responder ni al desarrollo económico ni a las instituciones democráticas ni a la dignidad política ni a la identidad cultural puertorriqueña…  ¿Qué ha ocurrido con el Estado Libre Asociado?  Sencillamente, no ha tenido los poderes que necesita el país para resolver los problemas.  …el Estado Libre Asociado está hoy (1970) esencialmente como el día en que nació.  Su historia de 18 años ha sido una de estancamiento político, que ha dejado maltrecha su dignidad constitucional.  Está abocado, por su propia parálisis, a la recaída colonial”.

Desde que Sánchez Vilella pronunció estas palabras en 1970, el Estado Libre Asociado continúa en su estado original, lo cual explica la situación actual en que se encuentra el país. 

Vivimos en un mundo sin Guerra Fría, con la irrupción económica imparable de China, la caída de la hegemonía estadounidense con un déficit histórico, y la economía globalizada en un mundo de redes interconectadas por alta tecnología.

Algunos piensan que el status actual se puede mejorar buscando, como antes, nuevos beneficios contributivos del Congreso. 

Se olvidan de que Washington se encuentra sumergido en una grave crisis política y que  el principal “cuidador” de Puerto Rico, la Marina de Guerra, abandonó la Isla.

El éxito alcanzado por el “Tea Party” con sus planteamientos racistas y de antidependencia gubernamental debe considerarse un buen indicador del nuevo escenario en Washington.

La solución del problema del status político no se obtendrá mediante fórmulas fracasadas como plebiscitos, vistas congresionales, informes de la rama ejecutiva, cabildeo ni  contribuciones políticas. 

El mecanismo más efectivo para resolverlo es la asamblea constitucional de status, con delegados elegidos por el pueblo y cuyos acuerdos sean posteriormente aprobados o rechazados por el pueblo. 

Todas las otras formas ya las hemos tratado y todas han fracasado.  Como dice un proverbio sabio: el peor error es no aprender de los errores.