Oct. 25, 2012

El mensaje a la metrópolis

El mensaje a la metrópolis

 Artículo publicado en El Nuevo Día.

El próximo 6 de noviembre se llevará a cabo el cuarto plebiscito en nuestra historia y el único que se habrá celebrado conjuntamente con las elecciones.

Aunque el Partido Popular Democrático votó en contra de la legislación, finalmente decidió participar en el plebiscito, validando así los resultados que se obtengan.

Son obvias las intenciones electoreras del partido en el Gobierno detrás del plebiscito. 

Por su parte, los políticos en la metrópolis son influenciados por cabilderos y recaudadores de fondos y casi siempre dicen a los políticos locales lo que estos quieren escuchar. 

Sin embargo, en la metrópolis existe lo que el  intelectual y senador Daniel Moynihan  llamaba: el “gobierno permanente”. 

Este grupo está compuesto por analistas de carrera de los departamentos de Estado, Justicia, Defensa, los comités pertinentes en el Congreso,  agencias de inteligencias y “think tanks”, entre otros.

El grupo está muy interesado y atento a los resultados del plebiscito.  Al igual que los otros tres, este plebiscito formará parte del expediente de Puerto Rico en la metrópolis.

Por ello, si la opción del “Sí” resultara ganadora en el plebiscito, se enviaría el mensaje de que los puertorriqueños están satisfechos con el status actual y no quieren realizarle cambios.

Irónicamente, esto iría en contra de los planteamientos de los propios fundadores del Estado Libre Asociado entre los que se encontraban Luis Muñoz Marín, Roberto Sánchez Vilella, Antonio Fernós Isern y  José Trías Monge.

En su mensaje al país en 1956, el gobernador Muñoz Marín admitió que el status de Puerto Rico tenía el serio defecto de aceptar que todas  las leyes federales aplicaran en Puerto Rico sin el consentimiento de los puertorriqueños. 

En ese mensaje Muñoz Marín comentaba la necesidad de desarrollar el ELA con más poderes ya que “el destino de Puerto Rico evidentemente no va encaminado hacia la estadidad federada”.

Los principales fundadores del ELA quedaron agobiados y abatidos cuando sus últimos esfuerzos por replantear la relación con los Estados Unidos quedaron frustrados a raíz del fallido proyecto Fernós-Murray en 1959 y del quebrantamiento de las esperanzas fijadas en el presidente John F. Kennedy como consecuencia de su trágico asesinato en 1963. 

Luego del plebiscito de 1967, el presidente Lyndon B. Johnson rehusó reunirse con el secretario de Estado de Puerto Rico, Guillermo Irizarry, emisario del gobernador Sánchez Vilella con la encomienda de entregarle personalmente los resultados del plebiscito.

En 1989 el presidente George H.W. Bush se convirtió en el único Presidente en comprometerse formalmente a resolver el status político de Puerto Rico, cuando incorporó el tema en su primer mensaje al Congreso. 

Bush favoreció la estadidad, pero se comprometió a acatar el deseo de los puertorriqueños.

La iniciativa de Bush, a pesar de tener el respaldo de los tres partidos políticos de Puerto Rico y la Cámara de Representantes federal, se detuvo en el Comité del Senado presidido por Bennett Johnston en 1991.

Después de esta iniciativa hace 23 años, no ha habido ninguna otra de esa magnitud y relevancia.  Desde 1952, el inmovilismo ha sido la orden del día en la metrópolis.

Un voto por el “Sí” en el plebiscito enviaría el mensaje equivocado  y cerraría el tema del status por varias décadas.  Nuevas generaciones tendrían que lidiar posteriormente con el tema.

En ese escenario continuaremos viviendo un status territorial sin poderes necesarios para insertar a Puerto Rico en la economía globalizada, dependiendo de cabilderos y contribuyendo a las arcas de los políticos estadounidenses con la consigna de aumentar la dependencia.

Pero ese no tiene que ser nuestro derrotero.

Votar por el “No” es la gran oportunidad de enviarle por primera vez un mensaje a la metrópolis de que llegó el momento de desarrollar nuestro status fuera de la cláusula territorial, intercambiando la dependencia por la autosuficiencia, en estrecha colaboración con Estados Unidos.