Sept. 23, 2020

El plebiscito del engaño

El plebiscito del engaño

 Artículo publicado en El Nuevo Día.

Este no es un verdadero plebiscito con credibilidad para dilucidar las preferencias de status del electorado. Es un espejismo para movilizar a los votantes estadistas, disgustados con la ineptitud y la corrupción del Gobierno, a sabiendas de que atrasa la estadidad.

El PNP aprobó unilateralmente la ley del plebiscito, ignorando la oposición de los partidos minoritarios, en un proceso más típico de una república bananera y muy lejano de los principios de los fundadores de Estados Unidos.

¿Alguien que crea en la democracia puede justificar este proceso de aprobación sin consenso, sin el que también aprobaron la nueva Ley Electoral y el Código Civil? ¿Cómo piensan que  reaccionará la opinión pública en Estados Unidos a este tipo de atropello antidemocrático?

Ajenos a la forma en que se aprobó el plebiscito, líderes políticos estadounidenses que respaldan la estadidad, como el senador Marco Rubio de Florida, opinan que la consulta en estos momentos no es una buena idea.

 El Departamento de Justicia en Washington rechazó el plebiscito. El subsecretario Jeffrey A. Rosen expuso que la ley que lo habita se presta a un engaño al comparar el plebiscito con consultas legislativas por el Congreso para la admisión de Alaska y Hawái como estado.

Otros líderes estadounidenses como el portavoz de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, y hasta el mismo presidente Trump abiertamente rechazan la estadidad para la isla. Sin embargo, al liderato del PNP solo le importa movilizar a los electores aunque las consecuencias del plebiscito  terminen perjudicando el ideal de la estadidad.

Es irónico que uno de los planteamientos del Alaskan Independence Party sea que fueron forzados a celebrar un plebiscito entre “Estadidad Sí o No”, obviando las otras alternativas de status de independencia, territorio y Commonwealth.

El Partido alega que el plebiscito se realizó violentando leyes internacionales y el concepto de libre determinación esbozado por la Naciones Unidas. Aparte se requirió que los votantes hablaran y escribieran inglés, excluyendo así a la mayoría del pueblo indígena. También permitieron que los militares estacionados en Alaska y sus dependientes pudieran votar.

 En 1957, un año antes del plebiscito, compañías tejanas habían perforado el suelo alaskeño y habían encontrado petróleo. En la actualidad, Alaska genera muchos más ingresos al Gobierno federal que los beneficios que recibe de él.

Alaska se convirtió en estado cuando el Senado se sintió confiado en que los dos senadores demócratas de Alaska serían neutralizados cuando se anexara Hawái ese mismo año (1959) con la expectativa de que sus dos senadores serían republicanos.

Los territorios de Estados Unidos son anexados según les convenga a los demócratas y a los republicanos y conforme vayan a contribuir a la nación, ya sea económica o estratégicamente. Los ciudadanos se movilizan entre los territorios y los estados.

Si bien los líderes del PNP utilizan la estadidad como un grito de guerra para la unidad, es irónico que haya sido precisamente el liderato de este partido el  responsable de alejar la estadidad en Estados Unidos.  

Desde hace quince años (2005-2020) los comisionados residentes han sido anexionistas y ninguno ha presentado un proyecto de estadidad serio que amerite ser  discutido en el Senado.

Más aún, este Gobierno no tiene en estos momentos el “standing” para solicitar anexión a Estados Unidos, inmerso como está en una quiebra y acusaciones federales de corrupción e ineptitud, y con un exgobernador inepto e insensible que fue forzado a renunciar ante el clamor del pueblo.

Todavía está impresa en la mente de muchos estadounidenses la estampa del gobernador anexionista, Ricky Rosselló,  ante los medios de comunicación, amenazando con agredir físicamente a su presidente.

El 3 de noviembre hay que votarle NO al engaño. Este plebiscito no es la forma de alcanzar la estadidad, mucho menos cuando en Estados Unidos ese engaño se convierte justo en el antídoto que la detiene.