El profesor Juanma

Artículo publicado en El Nuevo Día.
El 11 de septiembre del 2001 mientras conducía mi auto temprano en la mañana, escuchaba la noticia de que un avión se había estrellado contra las Torres Gemelas en Manhattan.
Siempre temía que un día uno de los aviones privados que volaban cerca del gigantesco edificio ocasionase un accidente trágico.
Sin embargo, minutos después, Juanma anunciaba en la radio que no había sido un accidente, sino un acto terrorista… Me preguntaba de dónde Juanma sacaba eso, ¿se había vuelto loco?
A los minutos, el segundo avión se estrellaba contra las Torres Gemelas y horas después se discutía el acto terrorista.
La intuición, genialidad y creatividad de Juanma, con destreza mediática, dominio del drama y un espíritu inquisitivo, eran únicas en su clase.
No siempre acertaba en sus pronósticos y, cuando erraba, era también en grandes dimensiones.
Nadie podía estar 100% de acuerdo en todo con Juanma. Su frase inmortal era: “estipulada la diferencia”.
Si bien podía ser dogmático, estaba dispuesto a rectificar cuando se le proveía la evidencia.
Cuando publicaba su columna en el desaparecido The San Juan Star y alguien le comentaba que no entendía una parte, contestaba que el escrito era para lo que Moynihan llamaba el “gobierno permanente” en Washington.
Juanma fundó e inmortalizó el género de analistas políticos o politólogos, y según confirmaban las encuestas, gozaba de una alta credibilidad entre el pueblo. Su contribución silenciosa como profesor dejó huellas profundas entre los cientos de estudiantes que asistimos a sus cursos.
Hijo de un prominente profesor de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, nació rodeado de libros. Juanma era un lector voraz e insaciable con una extensa cultura particularmente en historia, política, literatura y la música wagneriana.
Comentaba que su maestra de escuela, Isabel Freyre de Matos Paoli, había dejado una huella en su educación y lo había rescatado de la perversa perspectiva de la historia de Puerto Rico, esbozada en el libro de texto del nefasto Paul G. Miller.
Nunca logró la aceptación de los historiadores, ya que rehusaba utilizar la metodología para la historiografía y se revelaba contra la disciplina de la identificación de fuentes.
Su contribución a la historiografía fue a través de la historia oral con sus vivencias.
Los cursos de Juanma en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe fueron una joya de ilustración. El profesor Juanma era la antítesis del analista radial populista.
Era un profesor riguroso que se preparaba minuciosamente, armado de una docena de libros que utilizaría en sus clases. Los libros estaban anotados puntillosamente con una letra inmaculada y perfecta.
Como profesor, traía nuevas perspectivas, algunas de pensadores internacionales que admiraba como Edward Said; otras, de pensadores y escritores puertorriqueños.
Sus análisis de las obras de Alejandro Tapia y Rivera y Manuel Zeno Gandía y la literatura escondida post invasión estadounidense fueron iluminadores.
Juanma propiciaba la discusión, utilizaba el método socrático y rompía paradigmas y esquemas. Educaba e inspiraba a continuar la búsqueda del conocimiento.
Su pasión por defender a los héroes puertorriqueños como Miguel Enríquez, el corsario Cofresí y los soldados puertorriqueños que detuvieron la invasión estadounidense en la Batalla del Asomante en Coamo fueron memorables. Su defensa de la nación puertorriqueña y su crítica al estado colonial eran inquebrantables.
Era una persona compleja y genuina que decía lo que pensaba y que se reservaba el derecho de cambiar posiciones. Siempre mantenía oído en tierra.
Juanma quedó inmortalizado en sus escritos con sus variadas perspectivas y en 12 entrevistas radiales (www.vozdelcentro.org).
Pero probablemente su contribución más importante fue el descubrir el verdadero rol de la metrópoli en nuestra historia y enmarcarlo en nuestra situación actual y el futuro de nuestro país.
Juan Manuel García Passalacqua… amigo de sus amigos, analista de analistas y profesor de profesores.