La corrupción con impunidad

Artículo publicado en El Nuevo Día.
La corrupción en Puerto Rico, como norma, es impune, o sea, no recibe castigo, no tiene consecuencias.
Esta forma ilícita es una de las más rápidas para una persona hacerse rica.
Si bien los políticos corruptos capturan las primera planas, tan culpable es el sobornado como el sobornador. Sin embargo, la fiscalía se concentra en reclutar al sobornador para convertirlo en testigo con quien atrapar al sobornado.
El sobornador queda impune y libre para identificar a una futura presa u oportunidad de negocios.
En Europa y países como Brasil, son muchos los prominentes hombres de negocios que cumplen sentencias carcelarias con sus socios políticos.
En Puerto Rico tenemos eventos en donde se descubre la corrupción, se paraliza el proceso, prevalece la impunidad y todo se olvida.
Durante el Gobierno de Wanda Vázquez, recordamos la contratación por $38 millones para adquirir pruebas del COVD-19 de una empresa de construcción, sin experiencia en el tema médico, que a su vez obtendría las pruebas de una compañía australiana de dudosa reputación.
El proceso de evaluación de propuestas competitivas fue inexistente.
Afortunadamente, un banco comercial cuestionó la transacción y evitó que saliera el cheque millonario hacia Estados Unidos para pagar por adelantado las pruebas.
¿Cuáles fueron los criterios para seleccionar a una firma sin experiencia en el campo de la salud ? ¿Cómo se logró conseguir un cheque millonario de Hacienda para un pago por adelantado? ¿Quién fue el funcionario de más alto rango del Gobierno que aprobó esta transacción?
Debido a que hubo impunidad, meses después, ya bajo el Gobierno de Pedro Pierluisi, se repite la historia.
Se compran 28,000 purificadores de aire para el sistema de educación pública del país a un costo de $36 millones a una firma especializada en venta de libros y tecnología educativa.
Afortunadamente, la dictatorial Junta Fiscal paralizó el pago, abonando a su reclamo de que necesita intervenir ante la falta de una sana administración pública por parte del Gobierno local.
¿Cuál fue la necesidad de comprar unos purificadores cuya efectividad es altamente cuestionada en Estados Unidos? ¿Cuáles fueron las cualificaciones de la firma seleccionada en la industria de purificadores? ¿Quién fue la persona de mayor jerarquía en el Gobierno que aprobó esta transacción?
Si bien tales eventos están relacionados con el PNP, el pasado Gobierno del PPD tuvo sus esquemas de corrupción bajo Anaudi Hernández y Jaime Perelló. Los actos delictivos de alcaldes que han sido forzados a renunciar salpican tanto al PNP como al PPD.
La corrupción no se limita a la esfera local como demuestran los arrestos de empleados de FEMA por soborno en la otorgación de contratos millonarios tras los estragos del huracán María.
Tampoco olvidemos el escandaloso contrato de $300 millones de la diminuta y oscura firma en Montana, Whitefish Energy, para socorrer el sistema eléctrico de la Isla tras los estragos de los huracanes.
Desgraciadamente, Estados Unidos es el referente que se usa en Puerto Rico para la buena administración pública.
Estados Unidos ocupa la posición número 25 en el Corruption Perception Index (2020) de Tranparency International. Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia, Suiza y Singapur ocupan las primeras cinco posiciones, convertidos en modelos a emular.
La corrupción no es exclusiva del mundo político; permea la empresa privada, las universidades y escuelas privadas, las organizaciones sin fines de lucro, las Iglesias y los sindicatos.
La corrupción mina la estabilidad de las instituciones de una sociedad y el crecimiento económico.
Otros efectos colaterales son el escalamiento a niveles compenetrados con el crimen organizado, el debilitamiento del Estado de derecho, la merma en la participación electoral, la desconfianza en las instituciones públicas, la fuga de talento y el establecimiento de un modelo nefasto para las nuevas generaciones.
Mientras la impunidad sea la orden del día, el pueblo deberá resignarse a esperar el próximo escándalo de corrupción.