La crisis y los servidores públicos

Artículo publicado en El Nuevo Día.
Una de las causas principales de la crisis socioeconómica de Puerto Rico es la politización partidista del servicio público. Los estragos del huracán María y de los terremotos dramatizaron el alto precio que paga la ciudadanía por un gobierno ineficiente e inefectivo.
El país confronta la ineficiencia de los gobiernos de turno integrados por funcionarios públicos que sirven a sus intereses particulares o a los políticos que le consiguieron sus nombramientos.
¿Cuántos funcionarios públicos consiguieron sus puestos compitiendo por ellos en el mercado libre? ¿Cuántos pueden alegar que son los más capacitados para ocuparlos? ¿Cuántos se sometieron a exámenes que los cualificaran para asumirlos? ¿Cuántos podrían conseguir sus puestos en la empresa privada?
Debido a los altos sueldos ofrecidos en la Autoridad de Energía Eléctrica, de ser la “la joya de la corona” del servicio público, la clase política la convirtió en un botín o piña política. El resultado es una institución quebrada, anticuada, costosa e incapaz de afrontar las crisis climáticas.
¿Cuántos alcaldes y legisladores tienen parientes cercanos trabajando en la Autoridad de Energía Eléctrica?
La clase política ha olvidado que los funcionarios públicos tienen que responder al interés público. Son remunerados con fondos públicos y no con fondos particulares ni de los de los partidos políticos.
Si bien esta situación alcanzó su máxima manifestación con el actual Gobierno de Ricky Rosselló, cuyos funcionarios desconocidos, inexperimentados, ineptos, antiéticos e insensibles quedaron retratados e inmortalizados en los inolvidables “chats”, el patrón llevaba escalando muchos años.
Para el exsecretario de Estado y servidor público ejemplar, Guillermo Irizarry, el problema empezó en 1968 cuando se estableció la puerta rotativa entre los dos principales partidos cada cuatro u ocho años. Los cambios de gobernantes en 1968, 1972, 1976, 1984, 1992, 2000, 2004, 2008, 2012 y 2016 representaron cambios de política pública y de funcionarios gubernamentales.
Los principios básicos de los gobiernos de 1948 a 1968 de limitar la deuda pública y de minimizar la dependencia federal fueron olvidados por los gobiernos cambiantes subsiguientes.
Los intentos de los Gobiernos de Rexford G. Tugwell y Luis Muñoz Marín de establecer un gobierno de profesionales basado en el sistema de mérito quedaron en el olvido con los recurrentes cambios de gobierno.
Puerto Rico necesita un servicio público integrado por profesionales motivados y productivos para poder superar la crisis administrativa por la cual atraviesa.
Es imprescindible instituir un sistema de mérito enmarcado en las capacidades de las personas que ingresan al servicio público y su aplicación debe desalentar el uso de criterios no relacionados con las ejecutorias profesionales de los servidores públicos.
Uno de los aspectos más importantes del sistema de mérito es la garantía que ofrece al servidor público y a la ciudadanía de que el empleado público que cualifique para ser contratado sólo podría ser removido por no realizar sus labores eficientemente.
De este concepto emana la carrera pública.
Uno de los pilares del éxito económico de la pequeña isla de Singapur es la profesionalización de la gestión pública y el establecimiento de un sistema de mérito. Los empleados públicos se desempeñan sujetos a esquemas de productividad.
En China, el gobierno recluta a los graduados universitarios más sobresalientes.
Los métodos de competencia por mérito identifican al mejor talento con gran potencial profesional sin distinción de clase social o ideología.
Los candidatos a la gobernación en el 2020 deben comprometerse a realizar nombramientos de funcionarios públicos basados en su capacidad y no en el amiguismo o solidaridad partidista. También deberían comprometerse con la aprobación de una legislación abarcadora para el servicio público instituyendo un sistema de mérito para seleccionar y premiar al personal más capacitado.
Hay que rescatar al Gobierno para que sirva al interés público y no a los intereses de los partidos políticos. Este es un primer paso para crear un nuevo país.