La difamación y la EDUPR

Artículo publicado en El Nuevo Día.
Es lamentable que el nuevo director de la Editorial de la Universidad de Puerto Rico, el señor Ríos Maury, comience su gestión difamando y echando fango contra el pasado Consejo Editorial, el cual renunció en masa ante su nombramiento porque el Presidente de la UPR no siguió la norma de consultar al Consejo antes de nombrar al Director Ejecutivo, en aquel momento, “interino a tiempo parcial”.
El Consejo cuestionó la experiencia del nuevo director en la industria editorial, su compensación y condiciones de trabajo.
Ríos Maury, a sabiendas y erróneamente, me señala como el director de la Editorial cuando dicho puesto fue ocupado por Manuel Sandoval ex presidente de Editorial Santillana en EE.UU., y quien fuera identificado por la firma Bert Davis Executive Search, especialistas en editoriales universitarias en los EE.UU.
Su sueldo fue cónsono con un estudio preparado por la Association of American University Presses, que mide escalas salariales para puestos en editoriales universitarias del estado con volumen de la escala de la EDUPR.
Mi rol fue presidir el Consejo Editorial integrado por el vicepresidente, el Dr. Efrén Rivera Ramos, ex decano de la Facultad de Derecho de la UPR, y los profesores e investigadores de la UPR: Dra. Glorisa Canino, Dr. Pedro Reina Pérez, Dra. Karen Orengo, Prof. Magali García Ramis y Sr. Miguel Soto Class, director ejecutivo del Centro para la Nueva Economía.
Durante mi incumbencia, nunca cobré un centavo de sueldo, dietas, viajes ni gastos de representación. Tampoco publiqué ninguno de mis libros en la EDUPR.
Cuando comenzamos nuestra gestión en el 2002 confrontamos un informe de auditoría interna que reflejaba serias violaciones administrativas, publicaciones arbitrarias sin aprobaciones del Consejo y conflictos de intereses entre otros.
Nuestra misión fue dejar en manos de la Administración Central de la UPR las acciones a seguir sobre el informe y comenzar a reestructurar la EDUPR.
Bajo la dirección de nuestro experimentado director ejecutivo, Manuel Sandoval, la EDUPR logró aumentar las ventas anuales de un promedio de $800,000 (1998-2003) a $1,234,000 (2004-2009), un aumento de 55%.
Los más de 340 libros publicados en español e inglés representan una valiosa aportación al tesoro editorial del país. La variedad de las publicaciones, el prestigio de los autores y la alta calidad de impresión están al nivel de las mejores editoriales universitarias del mundo.
Decir que nuestra política editorial reflejaba una ideología es faltarle a la verdad como lo demuestra el catálogo de publicaciones que incluye obras de Edgardo Rodríguez Juliá, Jorge Rodríguez Beruff, el juez federal, Juan Torruellas, el ex presidente Norman Maldonado, Alex W. Maldonado, Hugo Margenat y Rosario Ferré entre otros.
El supuesto déficit de la EDUPR se discutió en reuniones que sostuvimos el Dr. Efrén Rivera Ramos y yo con el presidente De La Torre, sus ayudantes y el Lic. Arturo García, socio administrador de McConell Valdés.
Explicamos que la forma actual de contabilizar la EDUPR no es cónsona con las de una operación comercial (por ej., el sistema universitario no reconoce el concepto de amortización de costos de impresión); la EDUPR no controla la permanencia y los jornales de los empleados, pues son parte de negociaciones laborales con la administración central; se decomisó un inventario obsoleto de varias décadas; y se pagaron regalías a autores vencidas desde 1988.
Más aún, el supuesto déficit está cubierto con un inventario vendible y cuentas por cobrar con un valor de casi $7 millones.
El hecho de que ahora aparezcan fondos para la Editorial evidencia que el verdadero objetivo del presidente De La Torre al eliminarnos los fondos fue maniobrar para despedir al personal con contrato y deshacerse del Consejo de la Editorial.
Parece que se quieren encubrir los serios problemas que tiene la actual administración universitaria acudiendo a la difamación. ¿Es esa la nueva forma de inspirar a las nuevas generaciones?