Sept. 29, 2022

La inmediatez como estrategia

La inmediatez como estrategia

 Artículo publicado en El Nuevo Día.

Puerto Rico vive en un mundo surrealista del cortoplacismo.

Es como conducir una bicicleta mirando solamente la rueda del frente sin ver la dirección a donde se dirige.

Cuando sucede un evento atmosférico como el huracán Fiona, repetimos el escenario del huracán María de hace cinco años.  Una vez se resolvieron los problemas inmediatos creados por María, el Gobierno se olvidó del asunto en lugar de prepararse para minimizar los daños del próximo huracán.

Parecía una escena del teatro del absurdo de Ionesco cuando, en plena conferencia de prensa de Pierluisi sobre los preparativos para Fiona, se quedaron a oscuras sin electricidad, y esto, mucho antes que nos azotara el huracán.

¿Cómo es posible que todavía existan toldos azules en techos de casas desde hace cinco años? ¿Cómo es posible que todavía no se haya corregido la dependencia de generadores eléctricos para distribuir el agua, dejando a la población sin tan valioso líquido?

El Washington Post resalta en su primera plana: “FEMA allocated billions for disaster mitigation after María. Few projects have gotten underway”.

La agencia federal, FEMA, ha sido negligente en su obligación de ser ágil para conseguir que la mayoría de los fondos asignados se desenbolsaran rápidamente.  Los fondos, asignados  para mitigación de riesgos, estaban destinados a prevenir inundaciones durante huracanes y reconstruir infraestructura pública.

Es imperdonable que el Gobierno de Puerto Rico no haya sido proactivo y no haya alarmado a la metrópolis de la situación. Desde el 2017 tres gobernadores, una comisionada residente y dos legislaturas fueron negligentes en su responsabilidad de proteger al país contra los embates de la naturaleza. 

El caso de Luma es patético. ¿Qué se puede esperar si desde el principio advirtieron que no se responsabilizarían por lo que sucediera durante un huracán?

El responsable de esta situación no es LUMA sino quienes firmaron su contrato con la complicidad de la Legislatura y la Junta Fiscal.

¿Alguien ha estudiado cómo la isla exitosa de Singapur resolvió su problema de energía, manteniendo el Estado control de su recurso y sin tener que contratar a una firma como LUMA?

La incapacidad del Gobierno para evitar el escenario de hace cinco años, ante un huracán marcadamente inferior, dramatiza el empeño de la clase gobernante y la Junta Fiscal del Congreso en manejar los asuntos a corto plazo.

Pero esta visión cortoplacista no se limita a los estragos causados por fenómenos naturales.

Otro ejemplo reciente es el de la Universidad de Puerto Rico cuando la administración propone reducir la calidad de los nuevos estudiantes para resolver un problema inmediato de falta de alumnos. La UPR tiene la mayoría de los mejores profesores y estudiantes del país y en esta institución descansa el futuro de las nuevas generaciones y Puerto Rico.

Reducir los estándares de aceptación de los nuevos estudiantes fuerza a los profesores a reducir los estándares propios o a colgar a más estudiantes. La misión de un profesor de la principal institución educativa es maximizar la capacidad del estudiante, no remediar sus deficiencias.

El problema de la reducción de estudiantes se debe atender con un enfoque a largo plazo.

Una posible solución es expandir su exitoso programa de escuela superior (UHS) y así preparar a más estudiantes que puedan ingresar en la UPR. 

Otra opción es coordinar con el Gobierno federal un programa para atraer a estudiantes extranjeros cualificados para la UPR.

De no poder desarrollar ideas para atraer a estudiantes con estándares altos, le restaría ajustar su ya mermado presupuesto a la realidad poblacional, que significaría admitir su falta de visión para la institución.

Mientras el Gobierno continúe enfocándose en la inmediatez, obviando el futuro, seguiremos pacientemente esperando la próxima crisis a ver como podremos resolverla.

Parecen de otro siglo las palabras del fenecido alcalde Willie Miranda Marín cuando nos convocó a llamar las cosas por su nombre y pensar en un proyecto de país a largo plazo.