La relación de Kennedy con Puerto Rico

Artículo publicado en El Nuevo Día.
John F. Kennedy ha sido el presidente de Estados Unidos que más estrecha relación ha establecido con Puerto Rico.
El publicista, político y diplomático Chester Bowles fue la persona que introdujo al entonces congresista Kennedy a la “revolución social y económica” por la cual atravesaba el territorio no incorporado caribeño.
José A. “el Chinche” Benítez quien presidía el Partido Demócrata de Puerto Rico durante la Convención Presidencial Demócrata de 1960, en la cual se nominó a Kennedy, fue el puertorriqueño con la relación personal más estrecha con Kennedy.
En 1961 Kennedy designó a Benítez como “Deputy High Commissioner” de los territorios estadounidenses en el Pacífico.
Apenas a dos meses de juramentar como presidente, Kennedy anunció en marzo de 1961 el lanzamiento del programa Alianza para el Progreso, un plan de diez años de ayuda económica para América Latina.
El objetivo era mejorar las relaciones deterioradas con el continente y utilizar el programa como antídoto a la expansión del comunismo en la región, galvanizada por la Revolución Cubana.
Kennedy nombró a Teodoro Moscoso embajador en Venezuela y, posteriormente, director de la Alianza para el Progreso.
También nombró al historiador Arturo Morales Carrión como “Deputy Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs”. Morales Carrión ha sido el puertorriqueño que más alta posición ha ocupado en la rama ejecutiva.
A solo días del lanzamiento de la Alianza, el gobierno de Kennedy sufrió un duro revés con la invasión desastrosa que efectuó en Playa Girón (Bahía Cochinos) el 17 de abril de 1961, orquestada por Allen Dulles y su Agencia Central de Inteligencia (CIA).
El operativo había sido planificado durante el gobierno del presidente Dwight D. Eisenhower y se suponía que alcanzara el éxito de los dos operativos de la CIA que derrotaron gobiernos electos democráticamente (Mohammad Mosaddegh, en Iran, en 1953; y Jacobo Arbenz, en Guatemala, en 1954).
Durante ese primer año de la presidencia de Kennedy se registraron los dos momentos culminantes de su relación con Puerto Rico: la cena de Estado en Casa Blanca, en honor a Luis Muñoz Marín (13 de noviembre), y su escala en la Isla (15 de diciembre) rumbo a Venezuela y Colombia.
La actividad en Casa Blanca incluyó a las principales figuras del Gobierno, la empresa privada, la intelectualidad, las comunicaciones y la sociedad estadounidense.
El virtuoso violonchelista catalán exiliado en Puerto Rico, Pablo Casals, ofreció un concierto a los presentes.
De Puerto Rico solamente fueron invitados Fernós Isern, Moscoso, Morales Carrión, Felisa Rincón, el compositor Rafael Hernández y los músicos Jesús María Sanromá y Jesús Figueroa.
La visita a Puerto Rico tuvo un impacto profundo en la ciudadanía, y las conversaciones entre Muñoz y Kennedy lograron detener la ejecución del controversial Plan Drácula dirigido a entregarle las islas de Vieques y Culebra a la Marina de Guerra, para lo que desalojarían a todos los puertorriqueños vivos y muertos.
Debido a la pugna entre la Iglesia católica y el Partido Popular Democrático en las elecciones de 1960, los obispos estadounidenses fueron excluidos de las actividades en honor al único presidente católico de Estados Unidos.
Para Kennedy, Puerto Rico se convertía en una ficha importante sobre el tablero geopolítico de la Guerra Fría que contrapesaba con la ficha cubana para los soviéticos.
Por eso se desvincula a Puerto Rico del Departamento del Interior y se crea una oficina para atender sus asuntos en la propia Casa Blanca.
Con el asesinato de Kennedy, esta movida resultó nefasta para Puerto Rico, ya que se politizó las relaciones federales excluyendo a profesionales de carrera responsables por la isla territorio.
La relación que existía entre Kennedy y Muñoz Marín, aunque enmarcada en un status colonial, era de altura, prosperidad económica y desarrollo social. Contrasta dramáticamente con la actual basada en transferencias federales, cabilderos y contribuciones financieras a campañas políticas.