April 30, 2025

LA REVOLUCIÓN CULTURAL DE TRUMP

LA REVOLUCIÓN CULTURAL DE TRUMP

Artículo publicado en El Nuevo Día.

El referente moderno de una revolución cultural es el movimiento sociopolítico iniciado por el líder del Partido Comunista chino, Mao Zedong, de 1966 a 1969.

Entre los elementos principales de la Revolución china estaba el culto a la personalidad de Mao, la represión de las disidencias políticas, la persecución en contra de sus enemigos políticos, la destrucción de viejas costumbres, valores, influencias extranjeras, del patrimonio histórico, de museos y universidades, y desmantelamiento de instituciones.

Saquearon bibliotecas, quemaron libros. Su doctrina fue adoptada como la ideología de la nación. Aniquilaron a la clase élite, a los intelectuales y a los opositores.

“Sin destrucción, no puede haber construcción”, decían los edictos del Partido Comunista chino.

Vemos claros paralelismos entre la revolución de Mao Zendong y la de Trump.

La periodista del New York Times, Li Yuan, comenta que “muchos chinos ven su historia reflejada en los acontecimientos de EE.UU.

Los jóvenes ayudantes que Elon Musk ha mandado para desmantelar el Gobierno de EE. UU. recordaron a los chinos, a los guardias rojos que Mao Zedong reclutó para destruir la burocracia en el punto álgido de la Revolución Cultural”.

Para el profesor de Derecho en la Universidad de Pekín, Zhang Qianfan, la única forma de desmantelar el “deep state” es mediante una revolución cultural, la cual no aporta honestidad ni eficiencia, solamente la demolición del Estado de derecho, esencial para la sobrevivencia de una democracia.

Los líderes autoritarios se caracterizan por su habilidad para rodearse de aduladores cuya principal cualificación para ocupar cargos importantes del gobierno es su lealtad incondicional al líder.

Los nombramientos de Trump para dirigir los departamentos de Defensa, Justicia, Seguridad Nacional, Salud, Educación,  el FBI, y el IRS son algunos ejemplos.

Se caracterizan también por procurar el control de los medios de comunicación mediante demandas en los tribunales, controlar sus propias redes sociales como hace Trump con Truth Social y Musk, con X (Twitter), impedir a medios de comunicación el acceso a la Casa Blanca (como el caso de Prensa Asociada) y favorecer a nuevos medios conservadores.

Paralelamente, se persigue revocar la decisión del Tribunal Supremo en el caso New York Times Co. v. Sullivan, la cual reafirma la libertad de prensa.

Existe una relación estrecha entre la propaganda y la cultura. El tenebroso Josep Goebbels fue la persona responsable de difundir la cultura y diseñar la propaganda del régimen de Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.

La decisión de Trump de despedir a la Junta de Directores bipartita del John F. Kennedy Center for the Performing Arts y autoproclamarse como el nuevo presidente de la Junta es una forma grosera de imponer su criterio en la programación y las premiaciones del importante centro cultural capitalino.

El apoderamiento del Smithonian Institution y la imposición de una torcida narrativa histórica es otra muestra de este nuevo dirigismo cultural.

El presupuesto limitado del National Endowment for the Humanities está en el degolladero de Musk y su grupo DOGE. Para ellos es un gasto superfluo.

Esto complementa medidas arbitrarias como el restablecimiento del nombre Mount McKinley a la montaña más alta de EE. UU., borrando así el nombre Denali, que honra a los aborígenes y es respaldado por los residentes de Alaska.

Igualmente, Trump decidió cambiar el nombre del Golfo de México por Golfo de América, aunque Estados Unidos controla menos territorio del golfo que México.

Su ataque frontal a la educación pública y privada es la consigna más peligrosa que impactará el futuro de la nación.

Perseguir el control de las principales instituciones privadas mediante la privación de fondos para investigación científica es una manera burda de violentar los principios elementales de una educación independiente basada en el pensamiento libre.

Para Trump, a quien el teórico cultural Peter Sloterdijk catalogaría como “demagogo hipnótico”, su revolución cultural busca a los supuestos responsables de los males de su país: el “deep state”, los inmigrantes, los intelectuales y académicos, la clase dirigente anterior, los traidores de su partido, la cultura “woke”, China y los antiguos aliados, entre otros.

Al final, la Revolución Cultural de Trump correrá la misma trayectoria nefasta que la de Mao Zedong.