Los descendientes de Hawai

Artículo publicado en El Nuevo Día.
El “49th New York Film Festival” clausuró con la película “The Descendants”, dirigida con acierto por Alexander Payne y estelarizada por George Clooney.
Aunque el tema principal es la tragedia de una acaudalada familia hawaiana-americana, la película tiene unos subtemas políticos manejados sutilmente. Entre ellos se encuentran la lucha entre los hawaianos nativos y los anglosajones que invadieron el país, y la conservación de sus tierras contra los desarrolladores.
El personaje principal es descendiente de la última reina hawaiana casada con un banquero, hijo de un misionero blanco. La familia extendida descendiente de la reina quiere vender sus últimas 25,000 cuerdas a unos desarrolladores.
Actualmente, menos del 20% de las tierras están en manos de hawaianos. Los hawaianos nativos son el grupo étnico con peores indicadores sociales, económicos y educativos en los Estados Unidos.
En 1826 Estados Unidos validó la soberanía del reino de Hawai extendiéndole reconocimiento diplomático a su gobierno y acordando tratados comerciales.
Pero en 1893 los hacendados blancos descendientes de misioneros y los militares estadounidenses provocaron un golpe de estado contra la reina.
La Marina necesitaba las islas para reabastecer sus barcos con carbón y proteger la entrada occidental del Canal de Panamá.
En noviembre de 1993 el presidente Bill Clinton firmó la Ley Pública 103-150, aprobada por el Congreso y conocida como la Resolución de Disculpa.
Esta resolución es una disculpa explícita "a los nativos hawaianos a nombre del pueblo de los Estados Unidos por el derrocamiento del Reino de Hawai el 17 de enero de 1893... y la privación de los derechos de los nativos hawaianos a la libre determinación”.
La resolución reconoce que el embajador de Estados Unidos, John L. Stevens, conspiró junto a un grupo pequeño de residentes no hawaianos, incluyendo ciudadanos estadounidenses, para derrocar el gobierno legal de Hawai.
También se admite que la Marina de Guerra invadió las islas y rodearon el palacio de gobierno. Se acepta que el Gobierno de Estados Unidos reconoció al Gobierno provisional de los conspiradores sin el consentimiento de los ciudadanos o el Gobierno legal, violando tratados entre los dos países y el derecho internacional.
En 1898 Estados Unidos anexó arbitrariamente a Hawai, en lo que luego sería definido como territorio incorporado, a pesar de que el 98% de la población se oponía a la anexión.
El 7 de diciembre de 1941 el pueblo estadounidense tomó conciencia de algo que los japoneses ya conocían: la enorme importancia que tenía para la Marina de Guerra de Estados Unidos la base naval de Pearl Harbor en Hawai.
En 1959 Hawai se convierte en el estado 50 de la Unión como contrapeso partidista en el Senado a la entrada del territorio de Alaska como el estado 49, motivado por su cercanía a la Unión Soviética en plena Guerra Fría y el descubrimiento de petróleo.
Se estipula que el 94% de los hawaianos favorecieron la estadidad en el plebiscito. Sin embargo, un análisis de los números refleja otra realidad. En las elecciones de 1959 (generales y plebiscitarias) de los 171,383 que votaron, 30,639 se abstuvieron de decidir entre el sí y el no a la estadidad. O sea, que sólo el 77% votó a favor de la estadidad.
Se estima que la población era de 632,000 habitantes, de los cuales 381,000 tenían edad para votar. Esto significa que de los ciudadanos elegibles para votar, sólo el 35% votó a favor de la estadidad. Otro factor interesante es que el 23% de la población no había nacido en Hawai.
Estos hechos confirman que los números dependen del crisol con que se miren. Lo imprescindible para lograr la estadidad es que esta responda a los mejores intereses de la metrópoli.
A pesar de medio siglo de estadidad, “The Descendants” y los movimientos soberanistas en Hawai dramatizan los conflictos entre los hawaianos y los anglosajones.