Nov. 1, 2017

Los trastoques de María

Los trastoques de María

 Artículo publicado en El Nuevo Día.

El demoledor huracán María no solamente embistió la antes conocida “estrella del Caribe”; tras su paso hace más de un mes, mantiene trastocada a la sociedad puertorriqueña.

El mundo vio  en los medios de comunicación y redes sociales las imágenes de la pobreza e inequidad rampante en Puerto Rico.  La Isla quedó retratada como  tercermundista.

Los estadounidenses se enteraron que poseen una  isla ubicada “en medio del Atlántico, rodeada por mucha agua” y habitada por hispanoparlantes ciudadanos estadounidenses.  Descubrieron que mantienen un territorio que antes de María era mucho más pobre que Misisipí, el estado más pobre de Estados Unidos.

María desmintió a quienes creían que Puerto Rico tenía el mejor de los dos mundos. Resultó ser el peor de los mundos sin congresistas, embajadores ni acceso a recursos de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo.

El huracán evidenció el racismo y el prejuicio de la metrópoli hacia su colonia.  Puerto Rico no recibió la prioridad y los recursos que recibieron Tejas, Florida y hasta Haití.  Echando sal a la herida,  se vociferó la exigencia de repagar la ayuda recibida, acto impensable con estados de la Unión o países soberanos.

Los ataques del “bully” más poderoso del mundo residente en la Casa Blanca y la escena surrealista del inepto e insensible presidente tirándole a la gente papel toalla mientras los colonos, gozosos, luchaban por un “selfie” dramatizan la realidad indignante del país.

Las largas filas y supermercados vacíos se equiparaban a escenas vistas en reportajes de Venezuela.  Como en el mundo primitivo de las Amazonas, el trueque y el efectivo desplazaron las tarjetas de crédito..

El país entró en una máquina del tiempo y retrocedió al mundo sin ATM, computadoras, internet y teléfonos inteligentes.  Velas, baterías, linternas y estufas de gas se convirtieron en artículos de primera necesidad.

La ausencia de semáforos eliminó la planificación del tiempo a transcurrir en  movilizarse de un lugar a otro.

María trastocó el sentido de equidad, dividiendo al país en dos clases: quienes tienen generadores de electricidad con acceso a diésel y quienes no tienen.

El huracán dramatizó la irrelevancia de la legislatura del país. Algunos legisladores   se aprovecharon del privilegio de su cargo para abastecer sus autos y tanques plásticos del preciado combustible destinado a los necesitados.

Los bonistas finalmente internalizaron secretamente que la deuda impagable pertenece ahora a los anales de la historia.

María desenmascaró a los gobernantes e inversionistas irresponsables que rehusaron corregir las fallas en la AEE evidenciadas cuando el país vivió un apagón masivo el 21 de septiembre de 2016,  presagio de lo que ocurriría de venir un huracán.

Un sinnúmero de hermosos árboles, algunos centenarios, generadores de oxígeno para nuestros pulmones y bálsamo para el espíritu, desparecieron para siempre.  El Yunque, pulmón del país, podrá ser disfrutado en su estado pre-María por ciudadanos que todavía no han nacido.  La mágica Poza de las Mujeres en Manatí ingresó en el álbum de estampas inexistentes.

María enmudeció a los promotores de la agilización de los permisos de construcción y la flexibilización del límite marítimo terrestre.

La ola migratoria se ha despuntando a niveles nunca antes alcanzados.  Algunos estiman que sobrepasará el medio millón de puertorriqueños. 

Por primera vez un líder puertorriqueño arropó mundialmente los medios de comunicación y redes sociales, clamando y exigiendo ayuda para el país y dando base para una caracterización positiva en el aclamado programa televisivo con Alec Baldwin, “Saturday Night Live”.

Muchos de estos trastoques son temporeros, pero Puerto Rico nunca será el mismo.  La pregunta es: ¿permitirán los políticos que surja un mejor país luego de María?