MAGA, McKinley y Eisenhower

MAGA, McKinley y Eisenhower

Artículo publicado en El Nuevo Día.

El referente del “Make Germany Great Again” de Adolf Hitler fue Frederick the Great (rey de Prusia de 1740-86). Este rey convirtió su país en el principal poderío militar de Europa e instituyó importantes reformas económicas, sociales y culturales.

Para Donald Trump, su referente del “Make America Great Again (MAGA)” es el presidente William McKinley (1897-1901) cuyo mandato está asociado con inequidad, crisis económica, magnates financieros y un nuevo imperialismo.

En su discurso inaugural, exaltó a McKinley y anunció el renombramiento arbitrario del pico más alto de Norteamérica, el Denali, como Mt. McKinley, pese a la oposición de los líderes y residentes del estado de Alaska.

También anunció la recuperación del Canal de Panamá y el cambio arbitrario del nombre del Golfo de México por el Golfo de América.

Trump sueña con anexar Canadá y adquirir Groenlandia. Es crítico de los aliados, la OTAN y la ONU, y penaliza a las universidades que rechazan sus posiciones.

McKinley vivió el efecto negativo de la economía de los aranceles impuestos a las importaciones. Su modelo económico sin regulaciones con un capitalismo salvaje fue la antesala de la Gran Depresión en la década del veinte.

Fue una época controlada por un puñado de magnates (equivalente a los billonarios actuales) y una alta inequidad en la población.  John D. Rockefeller, Andrew Carnegie y J.P. Morgan llevaron a McKinley a la presidencia.

En 1898 McKinley anexó arbitrariamente el reino de Hawái cuya reina había sido derrocada por los U.S. Marines en 1893.  

Ese mismo año, como resultado de la Guerra Hispanoamericana, conflicto bélico entre desiguales y cuya génesis fue las nuevas estrategias navales inspiradas por Alfred Mahan, EE. UU. se adueñó de las islas de Filipinas, Puerto Rico y Guam y asumió el control de Cuba.

EE. UU. mantiene en la actualidad los territorios coloniales de Puerto Rico y Guam.

Como consecuencia de estas adquisiciones, Estados Unidos se convirtió en un imperio global. Sin embargo, los principales poderíos mundiales eran Gran Bretaña, Francia, Alemania y Rusia.

La ignorancia de la historia lleva a Trump a presumir que el período más grandioso de su país fue el de McKinley cuando la realidad muestra que fue el del presidente Dwight D. Eisenhower (1953-1961).

En ese período post Segunda Guerra Mundial, ante la debacle económica de sus aliados Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética y el colapso de Alemania y Japón, EE. UU. se convirtió en el poder hegemónico mundial.

Algunos de los proyectos económicos emblemáticos de Eisenhower fueron la construcción de un sistema de carreteras que conecta los 48 estados, Eisenhower Interstate System (inspirado en el Autobahn de Hitler), el consumismo masivo liderado por los televisores y enseres domésticos y la proliferación de concesionarios de automóviles.

Fue una época de paz, expansión económica, respaldo a los aliados a través del Plan Marshall, solidaridad con la OTAN y protagonismo en la ONU. Eisenhower prometió terminar y terminó la Guerra de Corea.

Se respaldó fuertemente la educación mediante becas a los veteranos y la utilización de las universidades para investigaciones científicas y sociológicas.

Eisenhower rechazó la corrupción. Su poderoso “Chief of Staff”, el exgobernador Sherman Adams, fue forzado a renunciar por aceptar el obsequio de un abrigo de vicuña.

El republicano Eisenhower gobernó con el bipartidismo, con excepción de los primeros dos años de su mandato, cuando el Congreso fue controlado por los demócratas.

Trump no solamente rechaza el consenso y el bipartidismo, sino que se rodea de personas cuya cualificación principal es la lealtad incondicional a su persona.

Dentro de su pensamiento torcido, pretende engrandecer a su país siguiendo el modelo fallido de McKinley mientras rechaza las políticas exitosas de Eisenhower.

McKinley terminó siendo asesinado en 1901 a los 58 años; mientras Eisenhower falleció tranquilamente en 1969 a los 78 años. 

Eisenhower alertó del peligro del complejo industrial militar y de que el Gobierno no utilizara los fondos invertidos en las universidades para controlar su pensamiento libre.