¿Para qué la UPR?

Artículo publicado en El Nuevo Día.
A juzgar por sus actuaciones, para los gobernantes de Puerto Rico y el Congreso estadounidense (a través de su Junta Fiscal), la Universidad de Puerto Rico no tendrá un rol protagónico en el futuro del país.
Sin embargo, los antecedentes históricos afirman lo contrario. La UPR fue la principal institución pública que en el siglo pasado rescató a Puerto Rico de la extrema pobreza, proveyendo la movilidad social indispensable para el desarrollo socioeconómico del país y las investigaciones sociales, científicas y económicas que gestaron un modelo eficaz.
La educación superior es el principal vehículo para el desarrollo de competencias de las personas, lo cual determina su potencial de ingreso en el mercado laboral.
Son muchos los casos de ciudadanos prominentes, provenientes de zonas rurales y clase socioeconómica baja, graduados de la UPR, que han alcanzado los más altos sitiales profesionales del planeta.
Reducir el presupuesto de la UPR es tronchar el futuro de Puerto Rico. Durante la última crisis económica de Singapur, en lugar de reducir el presupuesto universitario, fundaron una segunda universidad estatal.
En las universidades públicas de Israel es donde se incuban y desarrollan las nuevas tendencias futuristas como la inteligencia artificial.
El recientemente fallecido exsecretario de Estado, Guillermo Irizarry, fue el gestor de la ley que provee una fórmula fija para la asignación del presupuesto de la UPR, aislada de los vaivenes políticos. Los gobernantes locales y el Congreso (vía su Junta), de un zarpazo, eliminaron la sabia fórmula.
Es incomprensible que un presidente de la UPR defienda los recortes presupuestarios a su institución, dramatizando una visión limitada y regresiva.
Si bien es cierto que el presupuesto de la universidad no se utiliza con eficiencia, la solución no es reducirlo sino administrarlo correctamente.
Al igual que agencias como la Autoridad de Energía Eléctrica, la UPR es víctima de la politización. El presupuesto se distribuye respondiendo a intereses y agendas particulares y no a los mejores intereses de la institución. Por eso la UPR tiene un porciento bajo de empleados docentes (profesores).
Hay dos tipos de politización: la partidista y la institucional. Los gobernantes de turno usan muchas veces los nombramientos a la Junta de Síndicos para imponer su agenda partidista. Llegan a forzar a la Junta a seleccionar presidentes para la institución sin la cualificaciones estipuladas por la propia Junta.
El otro tipo de politización es el institucional, en el que los gremios (profesores, estudiantes y sindicatos) se dedican a promover sus intereses particulares, en ocasiones contrario a los mejores intereses de la institución.
La UPR no solamente educa a las nuevas generaciones; también alberga a la mayor cantidad de recursos humanos capacitados para descifrar problemáticas presentes, identificar oportunidades para el futuro y realizar investigaciones científicas.
Pertenece al pueblo de Puerto Rico, no a gremios particulares. No debe responder a los caprichos de la clase política, a congresistas ajenos a nuestra realidad ni a estudiantes, profesores y sindicatos de turno.
Como resalta el insigne pensador José Ortega y Gasset, la universidad tiene el deber de formar a los profesionales que necesita la nación, universalizar el conocimiento y cultivar la ciencia. Debe investigar, enseñar a investigar y educar a los futuros profesionales a buscar el conocimiento, promoviendo a su vez la cultura y el pensamiento crítico.
Escribo estas líneas como egresado, exprofesor, expresidente de la Junta Editorial, exvicepresidente de la Junta de Síndicos, padre de un egresado y esposo de un egresada y exprofesora de la UPR… indignado con el grado de insensibilidad, prepotencia e irresponsabilidad de los gobernantes de turno y los congresistas con poderes plenarios antidemocráticos.
El desmantelamiento de la UPR es el desmantelamiento del país y una expresión torcida y retrógrada del tipo de nación a que se aspira.