June 24, 2020

Promesas sin sustancia

Promesas sin sustancia

 Artículo publicado en El Nuevo Día.

La consigna de los políticos es prometer, prometer, prometer…. para contentar y luego ganar. Pero no explican de dónde provienen los fondos para contentar.

Las  promesas del pasado fueron las que nos arrastraron a la quiebra actual.  Omitieron a los electores que las promesas se cumplirían endeudando al país en Wall Street.

La Junta y los políticos preparan proyecciones basadas en una infusión de fondos federales no recurrentes. Pero un modelo económico vigoroso no puede fundamentarse en estos cimientos temporeros.

Planificar el futuro del país precisa partir del momento cuando existía un modelo con crecimiento socioeconómico y una población e inmigración en aumento.

Hay que aprender y adaptar de los momentos exitosos del pasado.

La clave del éxito del modelo de Puerto Rico en las décadas del cincuenta y sesenta fue: la creación de empleos, una deuda pública contraída para invertir en infraestructura, la minimización de transferencias federales y de la dependencia, un programa de mérito para empleados públicos, y prioridad a la educación y a la salud.

Fueron muchos los protagonistas estrellas que contribuyeron a este éxito durante dichas décadas.

El rescate del país a corto plazo debe sustentarse en un plan económico viable.

Varias medidas representan oportunidades económicas que el país puede explorar a corto plazo, viables sin un cambio de status inmediato:

  1. Autoridad de Energía Eléctrica: Reestructurarla y profesionalizarla sin partidismos y con transparencia, integrando iniciativas privadas (como Casa Pueblo) para trazar un plan de conversión total a energía renovable.
  2. Disponer de financiamiento para la empresa privada y cabildear en la metrópolis para flexibilizar a los reguladores federales de las instituciones bancarias locales. La ausencia de crédito comercial paraliza a la economía. Las instituciones bancarias prestan al que tiene y no representa riesgo.
  3. Proteger a los comerciantes y empresarios locales de la competencia extranjera (como Nueva York y España).
  4. Repetir el modelo exitoso del Centro Cardiovascular en otros centros de salud con miras a generar empleos e ingresos de turismo médico, y estar preparados para futuras epidemias.
  5. Maximizar el recurso que constituye la UPR, para generar ingresos y empleos en el área de investigación.
  6. Revertir el escenario de importación de frutas y vegetales a uno de exportación (como Costa Rica).
  7. Convertir la gestión cultural en un generador de actividad económica y empleos (como Nueva York y Salzburgo).
  8. Incentivar la inversión local igualando los beneficios de los inversionistas locales a los de los inversionistas extranjeros (20-22).
  9. Maximizar el recurso del agua para desarrollar un país a prueba de sequías (como Israel).
  10. Cabildear en la metrópolis para conseguir un incentivo contributivo que atraiga a las farmacéuticas en China.
  11. Maximizar el recurso cooperativista del país ( como Canadá y Uruguay).
  12. Reestructurar la industria de la pesca para consumirla localmente y exportarla (como otras islas y costas en el mundo).

Si bien el status político es fundamental para un plan de país a largo plazo, el proceso decisional descansa en la metrópolis y no en Puerto Rico. Es contra natura pedir simultáneamente limosna e igualdad.

Este es el contrasentido de pedir la estadidad mientras se solicita aumentar las transferencia federales.

Para lograr la ejecución de planes como estos el requisito más importante para el líder del gobierno es su capacidad de reclutar al mejor talento, fuera de líneas partidistas, para rescatar al país. La clave es liderato, buena administración pública, mano dura contra la corrupción y ética de trabajo.

Prima tener un plan con prosperidad, calidad de vida y justicia social.

La otra opción es continuar delirando con las promesas cortoplacistas de los políticos y yendo a Washington a pedir limosna  con una  latita en una mano y con la otra suplicando igualdad. Mientras tanto, forzamos  al talento joven a buscar los buenos empleos en el exterior  y el país languidece con una administración pública decadente.