Ricky, Yulín y Trump

Artículo publicado en El Nuevo Día.
Ricky Rosselló, Carmen Yulín Cruz y Donald Trump fueron las figuras cimeras en Puerto Rico tras los estragos de los huracanes Irma y María en el 2017. Tres años después desaparecieron del escenario como políticos derrotados sin un legado notable.
En el 2019, Ricky fue el primero en desaparecer. Había llegado a la gobernación en el 2016 a pesar de la oposición de casi el sesenta por ciento del electorado. Carecía de las cualificaciones mínimas para ocupar esa posición sin nunca haber tenido un trabajo en propiedad.
Había manipulado un nombramiento en la Universidad de Puerto Rico y violentó los procesos internos para publicar un libro político en la Editorial de la UPR.
La ineptitud del gobernador, rodeado de funcionarios y asesores corruptos, magnificada durante los azotes de los huracanes más su falta de carácter, sensibilidad y madurez, plasmada en los históricos chats, llevaron al pueblo a sublevarse y forzar su renuncia.
Su amenaza pública de agredir a Trump en la cara selló su suerte con la metrópolis.
La reciente entrevista que le hizo el rotativo New York Times refleja su carencia de introspección y humildad, y su enajenación.
Yulín aumentó su margen en la reelección a la alcaldía de la ciudad capital en el 2016.
Su administración no fue salpicada por actos de corrupción, pero fue inestable por los cambios de vicealcaldes y funcionarios frustrados ante el temperamento mercuriano de la alcaldesa. Esto le imposibilitó reclutar al mejor talento del país.
Durante la travesía dantesca que la isla vivió tras los estragos de María, Yulín se convirtió en la cara de Puerto Rico ante el mundo. Su inteligencia, carisma, presencia física, articulación y dominio perfecto del inglés la convirtieron súbitamente en una figura mediática internacional. Puerto Rico nunca había tenido un político con ese nivel de destrezas mediáticas.
Sus ataques frontales a Trump en los medios de comunicación enfrascados en una lucha con el presidente la catapultaron al estrellato.
Se comentaba su interés en ocupar un escaño congresional y hasta en lanzarse para la alcaldía neoyorquina. Ella no comprendió el pensamiento que inmortalizó Tip O’Neill: “all politics is local”. Fue utilizada como instrumento por los medios estadounidenses en la cruzada contra Trump.
En el 2020, Yulín recibió el rechazo de su ciudanía en las primarias para la gobernación del PPD y terminó en tercer lugar en su propio municipio. La inefectividad de su gestión administrativa quedó evidenciada al compararse con municipios similares como los de Carolina (PPD) y Bayamón (PNP).
La ejecutoria y derrota de Yulín, complementado con las de Rigau y Nieves y la salida de Natal y Duprey del PPD, afectaron adversamente al movimiento soberanista del partido, llevando a muchos a respaldar al MVC y al PIP, que juntos capturaron una tercera parte del electorado.
Donald Trump llegó a la presidencia en el 2016 a pesar de haber perdido el voto popular por tres millones. Logró la victoria en el Colegio Electoral al ganar los estados de Wisconsin, Michigan, Pennsylvania, Arizona y Florida por un margen menor que el que lograron los candidatos independientes.
Su carisma, manipulación, demagogia y destrezas como comunicador lograron posicionarlo a la par de personajes cautivantes como Adolfo Hitler y Benito Mussolini.
La única visita del presidente Trump a Puerto Rico tras los estragos de María lo inmortalizó localmente. La estampa del presidente tirando papel toalla a un grupo de ciudadanos eufóricos quedó grabada en los anales de la historia del país.
Luego de propiciar la insurrección en el Congreso, Trump abandonó el poder, derrotado y enjuiciado. Es prematuro determinar el nivel al cual terminará descendiendo en los anales de la historia.
Ricky, Yulín y Trump paralelamente emprendieron una travesía que los llevó desde el júbilo de la victoria hasta el crepúsculo de la derrota.