Feb. 27, 2016

Trump: un payaso no tan gracioso

Trump: un payaso no tan gracioso

Artículo publicado en El Nuevo Día.

Si bien el nombre de Donald se asocia con el  Pato Donald de Walt Disney, este Donald no tiene nada de gracioso.

Donald Trump es un populista criatura de los medios de comunicación tornado luego en su archienemigo.  Las encuestas y victorias en las primarias iniciales lo colocan como el favorito a convertirse en el candidato presidencial del Partido Republicano, quienes contralan actualmente el Congreso.   Trump tiene posibilidades de llegar a la Casa Blanca.

El multimillonario narcisista  ha despertado pasiones entre un sector de la ciudadanía similar al que levantó Adolf Hitler en Alemania que lo catapultó al poder en 1933.  Al igual que Hitler, las presentaciones de Trump son un espectáculo meticulosamente planificado.

La llegada en su avión 757, su entrada al ritmo de música cuidadosamente seleccionada y su apasionada y teatral presentación llena de simbolismos y estribillos inflamatorios, electrifican a la audiencia.

El lema de campaña de Trump  “hagamos a América grande nuevamente”  tiene semejanzas con las promesas de Hitler al pueblo alemán de recuperar su grandeza después del humillante Tratado de Versalles que finalizó la Primera Guerra Mundial.

Trump ignora la realidad actual de Estados Unidos frente a la trayectoria ascendiente e imparable de China, celebrando su año 4714 de su milenaria civilización.  Más aún, actualmente las universidades estadounidenses otorgan el 50% de los doctorados a estudiantes chinos.

En una reciente presentación, refiriéndose a la muralla que promete construir en la frontera con México para detener la entrada de emigrantes hispanos, le pregunta Trump a la audiencia quien debe pagar la construcción de la muralla y la audiencia exaltada clama: “México”.

El Papa Francisco recientemente apuntó  que alguien que ‘piensa solo en construir muros no es cristiano”.  A lo cual Trump le ripostó torciendo el argumento: “ Que un líder religioso ponga en duda la fe de una persona es vergonzoso”.

El polémico Trump comenzó su campaña atacando a los hispanos de chusmas infectadas de ladrones, drogadictos y violadores y censurando a periodistas hispanos que resultó en el rechazo abierto de la cadena hispana de Univisión.

En una presentación reciente en Las Vegas un grupo de la audiencia golpeó e insultó a ciudadanos negros llevando a cabo una protesta.

Posteriormente, Trump enfadó a los tradicionales de su partido cuando cuestionó el record militar del senador y ex candidato presidencial John McCain.  Trump comentó que McCain no era un héroe de guerra debido a que había sido capturado.  Añadiendo seguida que prefiere a los que no se dejan capturar.

Igualmente ha insultado a las mujeres, particularmente a su futura contrincante Hilary Clinton, repartiendo material titulado: “Trump the bitch”.  Ha prometido renegociar un acuerdo con China, prohibir la entrada a Estados Unidos a los árabes y musulmanes, liquidar a las familiares de terroristas, liberalizar la venta de armas a los ciudadanos e irónicamente ha criticado la influencia de millonarios en la política estadounidense.

El impulsivo Trump también desató una exhortación a boicotear los productos del gigante multinacional Apple sin considerar las consecuencias de una acción como esa.

Si bien Trump tiene derecho a pensar y decir las payasadas que se le ocurra, el problema estriba en los ciudadanos  que creen que Trump es la persona indicada para asumir la posición más poderosa del mundo en un momento de cambios económicos y de una creciente inseguridad global.

El éxito alcanzado por el soberbio Donald Trump dramatiza el fracaso del sistema electoral estadounidense en el cual la corrupción y los grandes intereses dominan el proceso.  Un sistema enmarcado por decisiones del Tribunal Supremo que protegen las campañas políticas con fondos ilimitados de grupos particulares.  Esto tiene el efecto de limitar el perfil de los posibles candidato a multimillonarios como Trump o a  individuos capaces de recaudar grandes cantidades de dinero para sus campañas políticas provenientes de intereses particulares.