Uruguay: una soberanía exitosa

Artículo publicado en El Nuevo Día.
En diciembre de 2013 la prestigiosa revista The Economist comenzó a otorgar la distinción “País del Año” con la selección de la pequeña nación del Cono Sur, Uruguay.
Su capital Montevideo fue fundada en 1726, más de un siglo después que San Juan. Ambas se establecieron como bastión militar. Tras luchas con Argentina y Brasil, Uruguay finalmente se independizó en 1828.
El país tiene una población similar a la de Puerto Rico. Aunque su territorio es mayor, su posición geográfica “en el fin del mundo”, rodeado por los gigantes del continente, Brasil y Argentina, debería complicar su bienestar socioeconómico.
Sin embargo, en el 2018 reportó un crecimiento económico (PIB) de un 2.7% (vs. Puerto Rico: -2.8% en 2017). Más impresionante aún es que este es su decimoquinto año consecutivo con una tasa de crecimiento. Puerto Rico se encuentra en caída libre por la depresión económica que sufre desde el 2008.
El 70% de la economía uruguaya se origina en el sector de servicios vs. el 49% de la economía puertorriqueña en el mismo sector. Uruguay ha tenido una economía abierta, con fuertes instituciones e inversión en la educación. Promueve el empresarismo local con permisologías ágiles.
Los gobiernos socialistas que han gobernado al país desde el 2005 han logrado una fuerte inversión extranjera mediante incentivos contributivos y han desarrollado nuevas industrias tecnológicas, particularmente en servicios de “software” y audiovisuales.
Del 2007 al 2015 el gobierno aumentó un 73% su inversión en la ciencia y la tecnología. La clase media creció de un 39% de la población en el 2003 a un 71% en el 2015.
Según las Naciones Unidas, desde 1980 es el tercer país latinoamericano con mayor Índice de Desarrollo Humano y el 48 en el mundo. Junto con Costa Rica es el país latinoamericano con la distribución de ingresos más equitativa.
Uruguay tiene paralelos con la isla de Singapur, de gobierno conservador y una población mayor, pero con escaso territorio. Singapur mantiene su alta tasa de crecimiento económico (2017: 2.5%) basado en la industria de servicio, al igual que Uruguay.
En el 2017, la deuda pública de Uruguay constituía moderadamente un 63% del PIB, comparada con la de Puerto Rico, ascendente a 92% en el 2016, y la de Singapur, de 115%. La deuda pública no es un problema siempre que haya desarrollo económico.
El centro turístico de Punta del Este exhibe los altos estándares de puertos que distinguen los de la costa de Francia.
En el 2015, solamente el 34% de su energía provenía de combustibles fósiles (vs. Puerto Rico: 95%); el 66% procedía de energía renovable y plantas hidroeléctricas (vs. Puerto Rico: 6%). Uruguay ha continuado escalando su conversión a energía renovable convirtiéndose en un modelo mundial.
Para Uruguay y Singapur, es una prioridad la inversión en la educación pública como la base para el desarrollo socioeconómico del país y generadora de oportunidades de movilidad social. En ambos países, la ciudadanía se beneficia de un servicio de salud universal.
Uruguay pudo “reinventarse” después que en el 2005 la coalición Frente Amplio consiguiera desplazar a los dos partidos que habían dominado la política por 170 años.
En el 2010 eligieron de presidente a José Mujica, un exguerrillero de 74 años que logró llevar al país a un lugar nunca alcanzado en su historia.
En el 2017 Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en legalizar la marihuana para uso recreativo.
Al igual que Uruguay, la mayoría de los 193 miembros de las Naciones Unidas son países soberanos exitosos.
Mientras el mundo evoluciona en una economía globalizada, la colonia de Puerto Rico queda rezagada, gobernada por un congreso que opera sin el consentimiento de los gobernados y protege sus propios intereses.