May 26, 2021

“Vamos a refrescarle la memoria…”

“Vamos a refrescarle la memoria…”

 

 Artículo publicado en El Nuevo Día.

Con esta frase lapidaria, el fiscal Héctor Rivera Cruz trituraba a los testigos logrando confesiones sobre su participación en torno a la emboscada tendida a los jóvenes puertorriqueños Carlos Soto Arriví y Arnaldo Darío Rosado Torres al Cerro Maravilla para ser vilmente acribillados por policías del Gobierno mientras clamaban por sus vidas.

Este es uno de los episodios más horrendos y despreciables en la historia de Puerto Rico, propio de un régimen totalitario como fueron los de Rafael Leónidas Trujillo en Santo Domingo, Augusto Pinochet en Chile e Idi Amin en Uganda.

Desde el momento que ocurrieron los asesinatos el 25 de julio de 1978, contrario a la versión oficialista, se rumoraba sobre el monstruoso acontecimiento. Mientras algunos encubrían los hechos, otros sencillamente se negaban a aceptar que un suceso tan aberrante pudiera ocurrir en Puerto Rico.

Las agencias federales, que siempre han estado involucradas o atentas a operativos policiacos relacionados con grupos independentistas, alegaron estar ajenas al evento y no cuestionaron la versión oficialista del Estado.

En las elecciones de 1980 se discutieron los eventos ocurridos en el Cerro Maravilla de una forma especulativa, pues existía una muralla impenetrable que evitaban las investigaciones en un Gobierno encabezado por Carlos Romero Barceló, quien horas luego del acontecimiento había declarado héroes a los policías asesinos.

Al Partido Popular Democrático ganar el control del Senado en 1980, se pudo penetrar el muro de contención para dar comienzo a la investigación sobre lo acontecido en el Cerro Maravilla.

El desconocido joven abogado bayamonés, de cuna humilde y con mente ágil, perspicaz, curiosa e inquisitiva, asumió el liderato de la investigación senatorial. Fue llevando meticulosamente a los testigos en la ruta del descubrimiento destripando la versión oficialista de lo acontecido ese tenebroso día.

El presidente del Senado, Miguel Hernández Agosto, galvanizó el efecto de la investigación al lograr que Tommy Muñiz valientemente y pagando un alto costo personal y operacional, aceptara transmitir en vivo por su Canal Siete las vistas públicas de la investigación en 1983 y 1984.

El país se paralizó durante las horas de las vistas que conmocionaron al país. El público hipnotizado veía incrédulamente el desarrollo de los relatos macabros frente a sus televisores o los colocados en centros comerciales.

El conmovedor relato de Julio Ortiz Molina, el intrépido chófer que transportó a los jóvenes al Cerro, con su impactante testimonio de las dos ráfagas, dio comienzo al destape de los verdaderos hechos.

Las vistas televisivas capturaron la atención de todo el país, similar a lo acontecido años antes en la metrópolis con las vistas del escándalo de Watergate, salvando las diferencias entre un escándalo político y un asesinato premeditado.

El país quedó hipnotizado ante las preguntas penetrantes del fiscal Rivera Cruz que

inmortalizó la frase: “ Testigo, dígame si es cierto o no es cierto….” , mientras dramáticamente desenmascaraba a los policías asesinos.

Rivera Cruz se convirtió en el David contra Goliat. El pequeño gigante se enfrentó al poder del Estado con toda su furia, carisma, teatralidad y dominio del medio televisivo.

En un foro en la Universidad Interamericana en 2018, Rivera Cruz resaltó que no creía en casualidades. Mencionó las largas horas que pasó escudriñando miles de documentos para poder hilvanar la verdadera historia de lo acontecido.

Comentó que mientras iniciaba la investigación, las autoridades locales y federales encubrían los hechos que estaban enmarcados en la persecución ideológica y el carpeteo.

Rivera Cruz combatió eficazmente el sistema, identificando y logrando la convicción de los asesinos y de casi todos los responsables del vil entrampamiento y asesinato de dos jóvenes puertorriqueños.

Su compromiso con la justicia lo posicionan en los anales de la historia como uno de los héroes nacionales que asumieron su responsabilidad. Demostró que es posible combatir la impunidad y llenar el vacío que las autoridades locales y federales rehuyeron atender.