Violencia y medios de comunicación

Artículo publicado en El Nuevo Día.
Una de las manifestaciones más patentes de la falta de salud mental es la alta incidencia de la violencia.
La vivimos virtualmente todos los días en los medios de comunicación: asesinatos, violencia doméstica, abuso contra niños y ancianos, y suicidios.
En Puerto Rico, el acoso escolar o “bullying” se ha convertido en una de las expresiones violentas que más impactan a las generaciones actuales. Ya no es lo que en otras generaciones se conocía como “pegar vellones”.
El acoso escolar, en ocasiones, incluye agresión física y puede producir daño emocional permanente. La tecnología magnifica el problema como se evidenció hace unos años cuando una agresión física en una escuela fue capturada en un video y difundida a la comunidad mediante un teléfono móvil.
La Universidad Carlos Albizu presentó recientemente en su Estado de Situación de la Salud Mental en Puerto Rico, un estudio realizado por Parenting Resources en el 2013, que refleja que el 29% de los estudiantes de la muestra utilizada se identificaron como víctimas de acoso escolar y el 35% mencionaron que los maestros sólo detienen el “bullying” a veces, esporádicamente o casi nunca.
Uno de los orígenes de la conducta violenta de nuestra sociedad es la exposición a los medios de comunicación masiva.
Esta exposición tiene un efecto mayor entre los niños que desde temprana edad se hipnotizan con el medio televisivo.
La televisión impacta diariamente a los niños y constituye una influencia poderosa en la formación de valores y la modificación de conducta. Desafortunadamente, mucha de la programación televisiva es violenta.
Estudios realizados reflejan que la violencia puede tener los siguientes efectos en los niños: volverse inmunes al drama de la violencia; paulatinamente aceptar la violencia como forma de resolver los problemas; imitar la violencia que ven en sus televisores; e identificarse con caracteres agresores.
Los niños que se exponen a la violencia excesiva en la televisión tienden a ser más agresivos.
No es casualidad que según la televisión ha evolucionado desde sus programas de “violencia” iniciales, como Roy Rogers, Cisco Kid, La Ley del Revólver, El Llanero Solitario y Bonanza, hasta los programas actuales con más violencia, la sociedad se haya vuelto más violenta.
Contrario al resto de los países, Puerto Rico no controla el contenido de sus televisoras, sino el gobierno de Estados Unidos que les otorga las licencias.
Los días de las televisoras locales fundadas por pioneros como Ángel Ramos, Rafael Pérez Perry y José Ramón Quiñones concluyeron cuando estas fueron vendidas a inversionistas estadounidenses.
Otro de los medios que promueven la violencia es el cine. Muchas de las películas de Hollywood están dominadas por dramas violentos creados con una imaginación inescrupulosa en el uso de la tecnología digital.
La violencia del cine estadounidense contrasta marcadamente con la del cine internacional.
Los videojuegos representan otro medio que promueve la violencia, enfatizando la aniquilación de los oponentes. Los juegos más violentos tienden a ser los más vendidos.
El internet también tiene un rol en la promoción de la violencia. Algunas personas que han realizado matanzas, las han anunciado antes por el internet.
El acoso escolar que utiliza el internet, o “ciberbullying”, es una modalidad escalada de esta conducta agresiva. Ya el acoso no se limita al salón de clase o escuela, sino que se expande al universo.
Para combatir la falta de salud mental, es importante combatir la violencia, al igual que el uso de sustancias controladas y la deserción escolar.
Los medios de comunicación deben concertar junto a las universidades, las agencias gubernamentales y los grupos comunitarios un frente común para combatir la falta de salud mental con esfuerzos coordinados basados en la evidencia.
Estos deben abarcar todos los ámbitos: individual, familiar, escolar y comunitario y estar dirigidos a crear programas preventivos y remediativos validados científicamente.
Salud mental es igual a un mejor país.